Aprendiendo Los Misterios del #TAROT.
ARCANO XV - EL #DIABLO
El Diablo, príncipe de la materia, está representado bajo el terrorífico
aspecto del Baphomet templario: cabeza y patas de cabra, ijares velludos, senos
femeninos.
En sus colores, el amarillo de las patas, el azul de los ijares, el rojo del
pecho y el blanco de la cabeza, aluden a los cuatro elementos que constituyen
el cosmos.
#Tierra, #Agua, #Aire y #Fuego, y a sus espíritus
elementales: fuerzas preciosas, de amplio alcance, pero no siempre fáciles de
controlar y someter.
Lo sostienen dos personajes, de distinta polaridad, uno yin y el otro yang,
semihumanos como él, encadenados al pedestal desde la cima del cual él parece
dominar, sonriendo triunfante, a hombres y a acontecimientos. Son las pasiones
que aprisionan al hombre, reduciéndolo casi al animal.
El Diablo es el arcano de la atadura, de las cadenas sofocantes, que deben
romperse con un supremo acto de coraje y una voluntad firme, capaz de actuar en
el instinto.
En efecto, el cosmos también el desorden está limitado por el orden y a este
debe subordinarse.
El decimoquinto arcano se relaciona con la letra hebrea samech, en la que
algunos estudiosos reconocen la forma utilizada por el Ouroboros, la serpiente
que se muerde la cola, símbolo del eterno devenir, en los ciclos alternados de
muerte-renacimiento.
En la misma óptica iniciática, al espectro cornudo le corresponden las antiguas
divinidades paganas, endemoniadas, para vencerlas, por la cultura cristiana
dominante.
En el caso del dios cornudo de los celtas, Cerumno, del griego Tifón, así como
de Zervan, el genio del mal en la religión mitraica, el cual,
sorprendentemente, además de los cuernos tiene un rostro de león dibujado en el
pecho, idéntico al que lleva el Diablo en el arcano.
La connotación frecuentemente negativa del arcano, menos drástica invertido que
derecho, proviene de la mentalidad sexófoba de la época que lo generó.
En efecto, la carta se relaciona con todos aquellos elementos vividos hoy con
cierta libertad, como la sexualidad, la ambición y el deseo de poder.
Aunque desde un punto de vista patriarcal, el arcano -menos radical invertido
que derecho porque la inversión atenúa sus negativos significados- demuestra
que el diablo no es tan negativo como parece.
En efecto, es la carta de la energía psíquica, del magnetismo, de los poderes
mágicos e hipnóticos, que permiten influir en los demás y vencer al destino.
El consultante explota en su beneficio la atracción que es consciente de
ejercer en los más débiles, sacando de las fuerzas oscuras de la psique la
elocuencia y el carisma.