ARCANO XVIII – LA LUNA
Este arcano anuncia situaciones problemáticas y
confusas, dudas sobre el camino a elegir y falta de previsión.
Indica una persona hipersensible y de carácter
lunático, y la influencia de alguien con un gran magnetismo que no siempre es
saludable para los que caen bajo su influjo, así como celos y fluctuaciones
emocionales que provocan ansiedad.
Puede anunciar largos viajes por mar o a
lugares donde existen lagos o mares.
La carta también habla de videncia pasiva y
sueños intuitivos, y de un secreto que va a salir a la luz.
Sus cualidades son sensibilidad, imaginación e
intuición.
El simbolismo de la luna es muy amplio y complejo.
El poder del satélite.
El poder del satélite era citado por Cicerón al
decir:
<<Cada mes la luna ejecuta la misma carrera
que el sol en un año… Contribuye en gran medida por su influjo a la madurez de
las plantas y al crecimiento de los animales>>.
Esto contribuye a explicar el importante
papel de las diosas lunares: Ishtar, Hathor, Anaitis, Artemisa.
El hombre percibió, de antiguo la relación
existente entre la luna y las mareas; la conexión más extraña aún entre el
ciclo lunar y el ciclo fisiológico de la mujer. Krappe -de quien tomamos estos
datos- cree que esta relación se debe, como ya creía Darwin, a que la vida
animal se originó en el seno de las aguas, determinando el ritmo vital que duró
millones de años.
La luna deviene así <<Señor de las
mujeres>>.
Otro hecho esencial de la <<psicología de la
luna>> es la modificación aparente de su superficie a través de las fases
periódicamente repetidas.
Supone el autor citado que dichas fases
(especialmente como efecto negativo, de progresiva desaparición parcial),
pudieron inspirar el mito del desmembramiento (Zagreo, Penteo, Oreo, Acteón,
Osiris). La misma relación puede verse en los mitos y leyendas de
<<hilanderas>>.
Cuando se sobrepuso el sentido patriarcal al
matriarcal, se dio carácter femenino a la luna y masculino al sol.
La hierogamia generalmente extendida como
matrimonio del cielo y la tierra, puede aparecer también como las bodas del sol
y de la luna.
Es posible asimismo la coincidencia en el misterio
de la resurrección (primavera tras el invierno, florecer tras la helada,
renacer del sol tras las tinieblas de la noche, pero también <<luna
nueva>> y creciente).
Eliade señala la conexión de esta evidencia cósmica
con el mito de la creación y la recreación periódica del universo.
El papel regulador de la luna aparece también en la
distribución del agua y de las lluvias, por lo que aparece tempranamente como
mediadora entre la tierra y el cielo.
La luna no sólo mide y determina los periodos, sino
que también los unifica a través de su acción (luna, aguas, lluvias, fecundidad
de la mujer, de los animales y la vegetación).
Pero por encima de todo, es el ser que no permanece
siempre idéntico a si mismo, sino que experimenta modificaciones
<<dolorosas>> en forma de círculo clara y continuamente observable.
Estas fases, por analogía, se parecen a las
estaciones anuales, a las edades del hombre, y determinan una mayor
proximidad de la luna a lo biológico, sometido también a la ley del
cambio, al crecimiento (juventud, madurez) y al decrecimiento (madurez,
ancianidad).
De ahí la creencia mítica de que la etapa de
invisibilidad de la luna corresponde a la de la muerte en el hombre; y como
consecuencia de ella, la idea de que los muertos van a la luna (y de ella
proceden, en las tradiciones que admiten la reencarnación).
<<La muerte -señala Eliade- no es así una
extinción, sino una modificación temporal del plan vital.
Durante tres noches, la luna desaparece en el
cielo, pero el cuarto día renace. La idea del viaje a la luna después de la
muerte se ha conservado en culturas avanzadas (Grecia, India, Irán).
El pitagorismo dio un nuevo impulso a la teología
astral; las ”islas de los bienaventurados” y toda la geografía mítica se
proyectó sobre planos celestes; sol, luna, Vía Láctea.
En estas fórmulas tardías no es difícil descubrir
los temas tradicionales: la luna como país de los muertos, la luna
receptáculo regenerador de las almas.
Esta es la razón por la que la luna preside la
formación de los organismos, pero también su descomposición (como el color
verde). Su destino consiste en reabsorber las formas y volver a crearlas. Sólo
que está más allá de la luna o encima de ella trasciende el devenir.
Por esto, para Plutarco, las almas de los justos se
purifican con la luna, mientras su cuerpo vuelve a la tierra y su espíritu al
sol>>. Así, la condición lunar equivale a la condición humana.
Nuestra Señora se representa sobre la luna, para
expresar la eternidad sobre lo mudable y lo transitorio.
René Guénono confirma que en <<la esfera de
la luna>> se disuelven las formas, determinando la escisión entre los
estados superiores y los inferiores; de ahí el doble papel de la luna como
Diana y Hécate, celestial e infernal. Diana o Jana es la forma femenina de
Jano.
En la ordenación cósmica, la luna es considerada en
cierto modo como una duplicación del sol, minimizada, pues si éste vitaliza a
todo el sistema planetario, la luna sólo interviene en nuestro planeta. Por su
carácter pasivo, al recibir la luz solar, es asimilada al principio del dos y
de la pasividad, o lo femenino.
La luna se relaciona también con el huevo del
mundo, la matriz y el arca.
El metal correspondiente a la luna es la plata.
Se considera el satélite como guía del lado oculto
de la naturaleza, en contraposición al sol, que es el factor de la vida
manifestada y de la actividad ardiente.
En alquimia, la luna representa el principio volátil
(mudable) y femenino.
También la multiplicidad, por la fragmentación de
sus fases.
Estas dos ideas confundidas han dado lugar a
interpretaciones literales que caen en la superstición.
Los groenlandeses, por ejemplo, creen que todos los
cuerpos celestes fueron en un tiempo seres humanos, pero acusan particularmente
a la luna de incitar a las mujeres a la orgía por cuyo motivo prohíben
contemplarla durante mucho tiempo.
En la
Arabia preislámica, cual en otras culturas semitas, el culto
lunar prevalece sobre el solar.
Mahoma reprobó, para los amuletos, todo metal que
no fuese la plata.
Otro componente significativo de la luna es el de
su estrecha asociación a la noche (maternal, ocultante, inconsciente,
ambivalente por lo protectora y peligrosa) y el que dimana del tono lívido de
su luz y del modo como muestra, simivelándolos, los objetos.
Schneider precisa un hecho de alto interés
morfológico, al decir que la evolución de los contornos de la luna -desde el
disco hasta el hilo de luz- parece haber determinado un canon místico de
formas, con sujeción al cual se construyeron también los instrumentos de música.
De otro lado, Stuchen, Hommel, Dornseif han
mostrado la conexión de las formas de las fases lunares con los caracteres de
las letras hebreas y árabes, así como también la profunda acción de dichos
factores formales en la morfología instrumental.
Eliade cita a Hentze, quien afirma que todos los
dualismos tienen en las fases lunares, si no su causa histórica, al menos una
ejemplificación mítica y simbólica.
El mundo superior, el mundo de la vida y del sol
naciente, está representado por un tigre (monstruo de la oscuridad y de la luna
nueva) de cuyas fauces sale el ser humano representado por un niño>>.
Se consideran animales lunares los que alternan
apariciones y desapariciones, como los anfibios; el caracol, que sale de su
concha o se mete en ella; el oso, que desaparece en invierno y reaparece en
primavera, etc.
Objetos lunares pueden considerarse los que tienen
carácter pasivo y reflejarte, cual el espejo; o los que pueden modificar su
superficie, como el abanico.
Nótese el carácter, la relación con lo femenino de
ambos.
Las diosas que derivan de la forma primitiva de
Astarté, como Venus y Diana, llevan una media luna en la cabellera.
La carta, más negativa derecha que invertida,
evidencia los aspectos adversos, difíciles de vivir, de las energías
inconscientes: la ansiedad, la depresión, las emociones destructivas, la
inquietud. Penetrada de la claridad láctea de nuestro satélite, la realidad
adopta aquellas apariencias falseadas y engañosas contra las que nos alerta el
arcano: la apariencia sin sustancia, la superficialidad, las ilusiones, las
evasiones fantásticas y las intuiciones engañosas que retrasan la
evolución. Y también: la incapacidad para conformarse, la melancolía, la
inconstancia, los caprichos, dictados por la variabilidad de las fases lunares.
Ideas equivocadas, prejuicios, fanatismo,
sentimientos confusos, caos interior.
Y entonces no hay más que un paso de la falta de
claridad a la mentira.
Muchos son también en este caso los problemas,
internos y externos, que debe evitar: estafas, falsedad, hipocresía,
testarudez, mala memoria, egoísmo, envidia, prodigalidad, susceptibilidad y
falta de honradez.
Escándalos, secretos divulgados, cartas anónimas,
robos, traiciones, equívocos, subterfugios, chantajes, amenazas, raptos,
peligros y enemigos reales o imaginarios.
Cuando las cartas cercanas lo confirman, las
exasperaciones de las cualidades lunares de receptividad y reflexión se
traducen en pereza, mala voluntad, inactividad, autocompasión, negligencia,
desorden, incertidumbre y estancamiento.
Trampas e insidias están diseminadas en la vida del
consultante, que no obstante no es capaz de rehuirlas.
Influencias externas negativas o divergentes hacen
su situación aún más fluctuante, sometida a los dictados del ambiente y a los
caprichos de la suerte, que opone a la realización una larga serie de
contrariedades y obstáculos.
Atención, pues, con los peligros latentes, con
las desilusiones, con las desgracias, en suma, con una realidad mucho menos
idílica de lo que parece, que debe afrontarse con espíritu de sacrificio y con
algunos compromisos renunciables.
Corresponde una mirada atenta al pasado, con todos
los recuerdos estériles, los traumas, las influencias negativas y los condicionamientos
que son necesarios eliminar si realmente se desea progresar. Además, dado
que la astrología médica antigua relacionaba la Luna con el cerebro, se refiere a todas las
alteraciones de la psique, las obsesiones, los delirios, así como, paralelamente
a la identidad Luna-bruja, a todos los aspectos más inquietantes de lo
paranormal: las casas infestadas, el mal de ojo, los sortilegios, las
maldiciones, los filtros, los venenos y las evocaciones de los muertos.
Magia negra, supersticiones, extravagancias.
En general, los ideales del consultante, demasiado
sometidos a condicionamientos externos, no están destinados a realizarse.
Indica sentimientos turbios u oscuros, pasiones
incontroladas, un carácter caprichoso, posesivo y neurótico o falto de energía.
También habla de la posibilidad de chantajes económicos o afectivos, aparición
de espejismos, desequilibrios de todo tipo, difamaciones y mentiras, trastornos
psíquicos, fobias y dependencia emocional o hacia sustancias químicas.